Uno de los atributos más importantes que le pedimos a nuestro sistema de organización es que sea “Flexible” para que sea capaz de superar la prueba del tiempo. Un sistema excesivamente rígido nos hará incapaces de adaptarnos a los constantes cambios que la realidad nos presentará a diario.
Recordando la definición del diccionario:
Flexible:que es susceptible de cambios o variaciones según las circunstancias o necesidades.
“Adaptor die” (adáptate o muere) es la máxima del darwinismo. Cualquier especie que no pueda adaptarse a su medio ambiente morirá y aquellas que sí lo hagan sobrevivirán. De esa manera la evolución ha ido marcando a lo largo de millones de años la existencia de la vida en la tierra. Es un mecanismo duro sin dudas, pero terriblemente eficaz para crear especies complejas que resistan las enormes fuerzas del universo.
De la misma manera, un sistema de organización expuesto a constantes cambios deberá adaptarse a la realidad que se le presente. Si no logra pasar la prueba, el sistema deberá adaptarse o “ser eliminado” por otro que sí lo haga. Crudo como suena, es la más pura verdad. Si nuestros clientes (internos y externos) no son satisfechos, elegirán a otro que los sirva mejor. Poner como excusa a nuestro sistema de organización no será de ninguna ayuda.
Así como quien diseña un edificio elevado debe pensar en cimientos fuertes, debe dotarlo a su vez de cierta flexibilidad para que los vientos no lo quiebren. Que sea capaz de soportar un cierto acompañamiento a la fuerza de ese viento, “sin perder el rumbo hacia las alturas”. Todo arquitecto sabe que si no lo hace, su edificio no resistirá el paso del tiempo, porque tarde o temprano soplarán los vientos (del cambio) y podrían desmoronarlo. Especialmente cuandose llega a las grandes alturas.
Quisiera remarcar aquí que “Flexibilidad” no significa que podamos hacer cualquier desarreglo. En el edificio, los cimientos deben mantenerse en su lugar así como las columnas y vigas deben mantener sus anclajes porque si las estructuras básicas que dan forma al edificio se desdibujan, el edificio tampoco resistirá mucho tiempo.
Ser flexible en el sentido que queremos darle aquí a la palabra significa que a la vez que creamos un sistema de organización lo suficientemente robusto es imperioso que también sea “adaptable” a una realidad siempre cambiante. Así es como podremos incrementar dramáticamente nuestra capacidad de hacer en el día a día, con la suficiente habilidad para tratar los cambios cotidianos sin perder nuestro rumbo.
Los cimientos de nuestro edificio serán nuestros hábitos y las columnas y vigas serán nuestros instrumentos para administrar el quehacer cotidiano: la agenda, el cuaderno de notas, la lista de tareas, la lista de contactos, algún software que nos ayude a trabajar. Los hábitos deberán ser lo suficientemente sólidos para sostener el edificio, mientras que nuestros instrumentos deberán ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a los constantes cambios que nos presente la realidad.
Flexibilidad es el nombre del juego, porque lo único constante es el cambio. Si no nos adaptamos a éste con un sistema de organización que además de confiable y eficaz sea lo suficientemente flexible sólo sufriremos stress y nuestro rumbo se perderá porque no podremos alcanzar nuestras metas y objetivos.
Y nosotros, queremos que nuestra visión se haga realidad…
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