Somos muy buenos engañándonos a nosotros mismos, y aunque sabemos que hay otras cosas que deberíamos hacer, podemos justificar fácilmente incluso dos horas perdidas navegando sin rumbo por Internet (necesito despejarme un poco y no va a ser tanto tiempo y además lo que me falta puedo hacerlo en media hora y seguro que en este sitio descubro nuevas ideas y…).
Si fuéramos seres racionales, usaríamos una lista de tareas priorizadas con estimaciones de tiempo y haríamos lo más importante que pudiéramos hacer en el tiempo disponible, y luego lo siguiente, y lo siguiente… Pero insisto, no somos seres racionales. Al menos, yo no lo soy.
Sin embargo, no todo está perdido para los procrastinadores. Si no vas a dejar de procrastinar, al menos puedes hacerlo de manera inteligente. Hay dos maneras en las que puedes aprovechar tu capacidad de autoengañarte en tu favor:
Haz otra cosa útil
Os recuerdo que el procrastinador no es perezoso. No deja de hacer lo que debe para tumbarse a la bartola, sino para hacer algo que no debe. Bien, si vas a procrastinar, al menos procura que al final del rato hayas conseguido algo.
Supongamos que tienes que hacer un informe trimestral, preparar una presentación y redactar una propuesta. El informe es para el viernes, pero no te motiva nada así que lo vas dejando. Seguro que acabarás haciéndolo e jueves por la tarde. En ese caso, en lugar de ver vídeos divertidos en YouTube o comprobar si están en Facebook cada uno de tus compañeros del instituto, puedes dedicarte a la presentación o la propuesta. Tu informe sigue sin progresar, pero al menos has avanzado en las otras tareas. Tal vez incluso consigas terminarlas.
Funciona. Aunque parezca increíble, el procrastinador está más que dispuesto a trabajar si eso le permite justificar el por qué no está haciendo lo que debe.
Crea prioridades falsas
Otra manera de engañarte a ti mismo es subir artificialmente la importancia de una tarea poco gratificante, pero que realmente no tienes que hacer en este momento, para procrastinar haciendo lo que sí debes.
Me explico. Supongamos que lo que deberías hacer es preparar el informe trimestral, pero no eres capaz de obligarte a empezar con ello. Plantéate entonces que tu tarea más importante es preparar la presentación. Agóbiate con todo lo que ello conlleva, empieza a pensar que en realidad puedes buscar los datos y las imágenes más tarde, explícate por qué justo ahora no tienes por qué ponerte con la presentación… y verás cómo el informe se hace más atractivo.
Tienes que hacer un pequeño esfuerzo para no caer en otras tareas “equivocadas”, pero la barrera para empezar con la que era tu tarea bloqueante se habrá reducido mucho. Parece increíble que uno se pueda engañar a sí mismo de una manera tan tonta, pero funciona. Ya que eres tan fácilmente manipulable, al menos aprovéchalo en tu beneficio.
Cambia tus hábitos
No todas las cosas que haces mientras procrastinas son igual de perjudiciales. Si te dedicas a jugar al buscaminas o al WOW, no estás haciendo nada bueno para ti. Pero si estás leyendo blogs, al menos hay una posibilidad de que aprendas algo útil.